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miércoles, 10 de abril de 2013

Entre magdalenas y cupcakes

Donde estén las magdalenas de mi abue que se quiten los cupcakes.
¿Por qué me iba a gustar morder mantequilla? 
No me miréis así no puedo evitarlo. 
Es verdad que las admiro tan hermosas llamativas, mirándote desde una bandeja , llenas de colores y con  un decorado abigarrado, cuanto menos atraen.
Más de una vez sucumbí a una pequeña red velvet con un corazón a modo de adorno, también probé  la buttercream y cómo no la de chocolate... 
Aún recuerdo mi primera cupcake: red velvet con crema de mantequilla coronizada por tres corazones. Parecía tan dulce... , antes de pagar ya salivaba, la cogí con ansia, si esa ansia que te hace ensuciarte cual payaso (menos mal que no tengo barba)... ya era mía! y aagg decepción.!
Y es que su aspecto es tan impresionante que luego el sabor decepciona. Son demasiado dulces, demasiado empalagosas . Pensé haberme quedado diabética en el primer mordisco. 
Cuando pensamos en cupcakes nuestra mente se traslada a las calles Nueva York, y vemos a  Carrie y al resto de las chicas de Sex and the City  paseando con su dulce en mano, tan glamourosas todas; claro que si camino por las calles de Madrid con magdalena en mano no queda tan "chic", y menos aún si me paro a mojarla en chocolate, leche o café porque es así como mejor saben; mis papilas gustativas ya están en pie de guerra al imaginarse un buen pedazo de magdalena previamente mojado y remojado en leche.
Cupcake: eres demasiado superficial para mí; 
Personalmente me gustan las magdalenas grandotas, reventadas, altas... Y no puedo esperar a mojar una de ellas en un vaso de leche tibia.

Alexandre Dumas

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